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    El cultivo del tomate ofrece uno de los frutos hortícolas de verano más apreciados por hortelanos y consumidores. Raro es el huerto sin una o más variedades de tomates. Las tomateras son plantas rústicas y vigorosas que se adaptan bien a muchos tipos de suelos, aunque también son voraces y es preferible el cultivo en tierras ricas en nutrientes y bien abonadas



    Para asegurar cultivos de tomate sanos, son imprescindibles algunas prácticas de manejo que nos ayudarán a minimizar la necesidad de tratamientos.

    La mayoría de variedades son trepadoras, haciendo necesario su encañado, y sólo algunas se cultivan a ras de tierra.

    Las plantas se deben podar conforme van creciendo. 

    Y a partir de que las tomateras han desarrollado su tercer ramillete de flores, es recomendable eliminar las hojas más viejas de la parte inferior de la planta de tomate.

    Son hojas poco productivas que nos dificultan la aireación. 

    Estos sencillos cuidados aseguran el acceso al sol y la correcta aireación de la planta, ayudándola a prevenir los temidos problemas fúngicos.


    Existen dos enfermedades fúngicas principales en el cultivo del tomate
    Una es el mildiu, y la otra el oidio. 
    En función de las condiciones de humedad y temperatura, así como de la sensibilidad varietal y cantidad de inóculo inicial, sufriremos con más facilidad una u otra enfermedad del tomate.
    Para combatir estas enfermedades disponemos de dos importantes productos: el cobre y el azufre. 
    Cada uno tiene propiedades y aplicaciones distintas y por eso es importante conocer cuál es su utilidad y cómo aplicarlo para así obtener los mejores resultados.

    El mildiu en el cultivo ecológico del tomate

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    ¿Qué es el mildiu?

    El mildiu es una enfermedad de origen fúngico. 
    El causante es el hongo Phytophtora infestans cuya proliferación se ve favorecida por ambientes húmedos y temperaturas entre 10 y 25°C. 
    El mildiu se puede identificar en su fase inicial por manchas de verde claro a marrón en las hojas de la planta que avanza hasta secarla totalmente. 
    También se propaga fácilmente por el roce, por lo que hay que evitar manipular las plantas enfermas.
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    Prevención y control del mildiu en cultivo de tomate ecológico

    La mejor manera de combatir este hongo es con medidas preventivas como la elección de variedades de cultivo más resistentes y adaptadas a la zona, favorecer la ventilación de las plantas, no descuidar las heridas causadas en las podas o incluso la eliminación de las partes afectadas. 
    El purín de cola de caballo, como vimos en la entrada anterior, sería una buena elección como profilaxis. Y si se quiere recurrir a un producto químico efectivo, lo mejor es tratamientos preventivos con cobre (permitido en agricultura ecológica), un fungicida que ataca a muchos hongos (excepto el oídio) y también un efectivo bactericida. Tiene una persistencia prolongada permaneciendo activo por un largo período de tiempo después de haberlo aplicado.
    Aplicaciones preventivas de cobre y azufre son muy importantes en épocas con mayor temperatura y humedad. Fuente: elaboración própiaAplicaciones preventivas de cobre y azufre son muy importantes en épocas con mayor temperatura y humedad. Fuente: elaboración propia
    El cobre también es un importante micronutriente necesario para la vida vegetal. De manera natural, este es absorbido por las raíces y entra a formar parte del sistema de la planta, participando en procesos como la biosíntesis de clorofila, necesaria para la fotosíntesis. Generalmente, es difícil encontrar carencias de cobre en los huertos, siendo su aplicación principalmente de carácter fitosanitario.








    ¿Cómo actúa el cobre contra el mildiu?

    El cobre forma una película en las hojas del cultivo, y es absorbido por los hongos que atacan las plantas, principalmente en la etapa de germinación de las esporas.
    Esto significa que su acción es preventiva y que no será efectiva si la planta ya está enferma.
    Otro aspecto que se debe tener en cuenta es su clasificación como producto de contacto, haciendo que sea fácilmente lavable por las lluvias y se deba aplicar nuevamente. 
    Es recomendable hacerlo una vez las plantas estén secas.
    Hay que tener especial cuidado al aplicarlo con otros productos, ya que si se aplica conjuntamente con abonos foliares, el cobre podría ser arrastrado al interior de las plantas y en ese caso puede resultar tóxico para los cultivos. 
    También hay que ser cauteloso con la cantidad de tratamientos que se hacen, ya que un abuso puede producir una acumulación excesiva en el suelo y penetrar por las raíces.
    En el mercado se encuentra diferentes formulaciones, con diferentes concentraciones de cobre metal y cada una se ajustará mejor a las necesidades:
    Sulfato de cobre: Sería el más persistente pero también el más tóxico debido a que las partículas son muy pequeñas y pueden penetrar en la planta. En este grupo se encontraría el Caldo Bordelés.
    Oxicloruro de cobre: Es el menos persistente y se adhiere con dificultad en las plantas. Por eso es el que presenta menos problemas de fitotoxicidad para las plantas.
    Óxido cuproso: Tiene una alta persistencia y aguanta bien el lavado, recomendable para zonas lluviosas.
    Hidróxido de cobre: Baja persistencia y por su formulación es de acción rápida produciendo un efecto de choque.
    Recientemente, en control ecológico de mildiu y bacteriosis, se está empezando a utilizar con éxito una nueva formulación de derivados del cobre, el gluconato de cobre
    Es una presentación con mucha menor cantidad de cobre, pero que complejado con ácido glucónico -que potencia las vías de acción del cobre- ofrece muy buenos resultados a la vez que es más respetuoso con el medio ambiente y se evitan eventuales fitotoxicidades.


    El oidio en el cultivo ecológico del tomate

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    El oídio, blanquilla o cenizo es una enfermedad causado por un hongo (Leveillula taurica o bien Oidium neolycopersici) fácilmente diagnosticable por un vello blanquecino o cenizo sobre hojas y tallos. 
    Hay especies que son más sensibles como las cucurbitáceas (calabacín, sandía, melón y pepino), sobretodo en las partes más viejas de las plantas. En tomateras también puede afectar a las partes más jóvenes por lo que se deben hacer tratamientos regulares preventivos.

    El oídio es reconocible por las manchas blancas en la superficie de las hojas, pero en fases avanzadas también puede afectar al tallo y el fruto. Fuente: elaboración própiaEl oídio es reconocible por las manchas blancas en la superficie de las hojas, pero en fases avanzadas también puede afectar al tallo y el fruto. Fuente: elaboración propia

    Prevención y control del oídio en cultivo de tomate ecológico

    Al igual que el mildiu y otras enfermedades criptogámicas las medidas preventivas descritas anteriormente son muy efectivas y además, en el caso del oídio se puede utilizar como producto químico el azufre, otro fungicida de contacto, que también actúa atacando el hongo que se desarrolla en superficie. Además el azufre es un buen acaricida, muy útil contra la araña roja, otro de los enemigos de las tomateras.
    El azufre es efectivo tanto como preventivo como para el control en las fases iniciales (24-48 horas) debido al desarrollo externo del hongo y a su acción letal no sólo en esporas, sino también en micelios iniciales. 
    Es importante aplicarlo a primera o ultima hora del día porque las altas temperaturas (más de 28°) producirían quemaduras en las plantas.
    En el mercado lo encontramos en dos formatos, como polvo mojable para pulverizar las plantas y como azufre micronizado (molido en partículas muy pequeñas) que se utiliza espolvoreando sobre las tomateras con espolvoreadores manuales.

    Conclusión

    Con el cobre, se consigue parar la proliferación del mildiu haciendo inviables sus esporas, pero no se consigue curar a la planta enferma, sólo parar la progresión de la enfermedad.
    Con el azufre, además, se puede llegar a erradicar infecciones de oídio pero sólo si se tratan pronto. Y además, evitar ataques graves de araña más comunes con tiempo seco.
    En ambos casos hay que actuar en función de la condiciones ambientales y siempre mejor en preventivo. 
    Especialmente en aquellos lugares o época más favorables para la aparición de estas enfermedades


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